El traqueteo del carrito se escuchaba por el pasillo desierto. El olor a medicina y al óxido de la sangre se mezclaba en el aire junto con el olor a menta que exhalaba el aire acondicionado. Y el sonido de los pasos suaves pero rápidos por el blanco pasillo dejaba en claro que la escena era un hospital.
Era el turno de la noche de Abby Bagley. La enfermera, de 24 años, de turno de algunas noches a la semana desde hace un año, cuando terminó su dotrina en Enfermería en una de las mejores universidades del país. La mediana muchacha de largo cabello castaño, ojos almendrados y tez blanca -por casi no tomar sol-, estaba apurada. Eran las una de la mañana, le habían dejado salir antes si terminaba su trabajo, pero había un problema: le tocaba revisar el buzón de sugerencias para hacer el reporte del día.
Para frustración de ella, esa noche le tocaba hacerlo sola. En ese momento estaba llevando el último carrito de bolsas de sangre, sea por donación o para cirugías, a la bodega.
Doblo a la izquierda del siguiente pasillo y camino hasta el final de este, donde una puerta metálica pintada de blanco esperaba ser abierta. Soltó el carrito para ir hacia la puerta y abrirla por completo, apareciendo una iluminada habitación. Volvió hacia el primero y en cuatro largas zancadas, entró cerrando la puerta tras ella.
Siguió caminado y dobló a la derecha después de un estante. al final se podía ver una pequeña recepción, y en esta, un chico no muy alto, de tez blanquecina y su cabello rojo como la sangre tapándole el ojo izquierdo casi por completo, jugando con un lapicero mientras leía unos papeles. Se acercó a él y se colocó en frente, los ojos azul grisáceos del chico miraron los avellanas de Abby. Él el sonrió, haciendo que dos pequeños hoyuelos se le marcaran en sus pecosas mejillas. Abby pensaba que Daniel Matthews, era sencilla y únicamente adorable a su manera.
-- ¡Hey Abbs! ¿Qué cuentas? O... ¿Qué traes? -- soltó una risita.
-- Sangre... -- dejó varias bolsas en el mostrador de la pequeña recepción con una sonrisa burlesca.
-- Ya veo... -- las hizo a un lado como quien no quiere la cosa -- Pero me refería a otra cosa... Escuché que el Dtor. Parker te llamó hace un par de horas. -- se inclinó en el mostrador.
-- Los chismes viajan rápido. -- dejo mas bolsas, las cuales, el pelirrojo las hecho a un lado al igual que las otras.
-- ¡Cuenta, cuenta! ¿Qué te dijo? -- ´´Aparte de adorable, un completo chismoso...'', pensó la castaña.
-- No es gran cosa. Eso solamente que me iré más temprano esta noche. Sólo me falta revisar el buzón de sugerencias para hacer el informe, lo malo es que lo haré SOLA --.
-- Forever Alone... -- viró los ojos -- Hellen no vino por que le dio Sarampión --.
Hellen Smith es la compañera de Abby. Una chica de 26 años totalmente plástica, rubia, ojos azules, nariz y pechos hechos por cirugía. Esa chica tenía más cirugías en su cuerpo, que pelos en la cabeza.
-- Si... me enteré, pobre. Pero... ¿No es raro que la enfermera se enferme? -- dejo las ultimas bolsas mientras soltaban risitas por lo último que dijo la castaña -- Ya me voy. Ordena esto... -- dijo alejándose, ya sin el carrito.
-- ¿Eh? ¡Espera! ¡Abby! --.
-- ¿Si, Dany? -- se detuvo girando hacia el chico.
-- Quería saber, si mañana... tu y yo... -- comenzó notablemente nervioso.
-- Lo siento, Dany. Pero ya tengo novio... -- y salió lo antes posible de ahí.
Sí, tenia novio: Michael Donovan. Él y Abby se habían conocido en el primer día en que ella entró a la misma Universidad que Michael, al año y medio ya estaban saliendo. Michael le lleva dos años, y obviamente, terminó su carrera primero.
Caminó hacia el buzón de las sugerencias, el cual estaba al lado de la recepción de la entrada del hospital. A los pocos minutos, llegó a dicho buzón, saludó a Martha, una mujer de 35 años que trabajaba como recepcionista las 16 primeras horas; ella una vez estuvo casada, pero quedo viuda después de que su ex-esposo murió aplastado por un camión. Estuvo de luto durante un mes, llorando toda la agonía y tristeza que tenia, al mes regreso a trabajar con cara de cansancio y humildad, desde entonces se volvió muy cariñosa y alegre con los que la rodean.
Abby abrió el buzón por la tapa de arriba, cogió la funda de tela que había en el interior cerrando la boquilla, ya lista, la sacó y puso otra, cerro el buzón, cogió la funda que acababa de sacar y se encaminó a la oficina.
Dobló por el pasillo por el cual había salido -derecho-, y caminó hasta el final éste, dirigiéndose hacia una puerta, que estaba antes del próximo pasillo, marrón con un cristal el cual decía ´´Sólo empleados''. Entró usando la copia de la llave y la cerró poniendo seguro a ésta.
Se dirigió al escritorio, se sentó en la cómoda silla, cogió un par de hojas, un bolígrafo, la funda, un sobre, y lo puso todo sobre la mesa. Comenzó con su labor, leyó carta por carta, haciendo el informe a la vez, destruía las cartas con la trituradora y escribía lo necesario. Después de un rato llegó a la ultima carta, era de de color pastel, le sorprendió mucho ya que las cartas eran blancas. Observó el sobre, analizándolo, y desdió abrirlo de una buena vez. Lo que leyó la sorprendió más todavía:
" Sugerencia para: Abby Bagley.
Querida enfermera...
Se que no debería meterme en lo que no me incumbe, pero desde la primera vez que la ví, supe que era la mujer para mí. Cuando me sonreíste la primera vez, me enamoré de tu hermosa sonrisa e intenta de todas formas de hacerla sonreír.
Después de un tiempo, me alegré tanto cuando aceptó salir conmigo. Y mucho más cuando besé sus deliciosos labios. Espero no sonar irrespetuoso.
Cuando comencé a trabajar, pensé en que sería estupendo si viviésemos juntos, verte todos los días de mi vida, tener una familia contigo...
Puede sonar apresurado, pero... La amo como jamás he amado a alguien... Ni siquiera a la mujer que me dio la vida. Cuando me sonríes, yo sonrío; Cuando lloras, yo lloro; Cuando me abrazas, siento que mi corazón está a punto de estalla; Y cuando me besas, siento que soy la persona más afortunada del mundo entero... Te amo.
Te voy a hacer una simple sugerencia... ¿Sí?
¿Quieres casarte conmigo?
PD: Te espero en el estacionamiento...
Sugerido por:
Michael Donovan-."
Las lágrimas rodaban por sus mejillas de la felicidad. Terminó el informe con su firma, cogió la carta y salió corriendo hacia el estacionamiento. Corrió lo más rápido que sus piernas le permitieron. Pasó por la puerta de cristal y miró para todos lados, pero no vio a nadie. Se entristeció, pensó que había llegado tarde. Miró la carta, y una lágrima cayó en ésta.
-- ¿Por qué lloras, reina mía? -- escuchó esa voz tan conocida para ella. Levantó la mirada. Ahí estaba. A dos metros de ella.
-- Michael... -- la voz no le salía.
-- ¿Y qué dices...? -- se acercó lo más que pudo y se arrodilló a centímetros de ella -- ¿Quieres casarte conmigo? -- le extendió un ramo de rosas que tenía escondido, y en medio de todas divisó un anillo de plata con un zafiro tan azul como el cielo. Lloró.
-- Sí... ¡Sí quiero...! -- lloró mientras sonreía.
Michael le dio el ramo cogiendo el anillo, agarró su mano, la besó y le colocó el anillo. Se levantó y sin esperar un segundo, la besó. De una manera tierna y llena de amor. Ella nunca se esperó eso. El esperó para hacerlo.
-- ¿Te gustó mi sugerencia? -- le preguntó cuando se separaron.
-- Me encantó... -- Abby no podía estar más feliz.
Nunca pensó que un buzón pudiera darle tal sorpresa... ¿Pero que podía decir? Era e buzón de sugerencias, y no pudo pudo llegarle mejor sugerencia que esa.
°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°
Hola! Se que no tiene que ver con ningún Fanfic ni nada, pero... Esta historia la tengo desde hace mucho y la quise subir aquí... Espero que os guste